El acceso del poblado íbero de Sant Antoni se encuentra entre la carretera que va de Calaceite a Cretas, a 300 metros de Calaceite, esta señalizado.
Es un mirador ideal para disfrutar de paisajes agrarios con mosaicos de campos de almendros, olivos y vid entre los que contrasta el ocre de la tierra que se alterna con paisajes forestales de pinares y encinares.
Son paisajes que transmiten armonía entre la acción del hombre y la naturaleza y todo ello con el fondo de los Puertos de Beceite. Los puntos de interés paisajístico que podemos disfrutar desde la cima del poblado son: al norte, podemos observar la cercana ermita de Sant Cristobal junto a Calaceite. Desde este punto hay comunicación visual con otros poblados íberos; al este, el Tossal Redó con el fondo del Barranco de la Vall de Rovira y la ermita de Sant Pol (Arens de Lledó); al sur Els Castellans, detrás de la ermita de Santa Ana; y, al oeste, Sant Cristobal de Mazaleón junto al río Matarraña.
El poblado ibérico de San Antonio de Calaceite tuvo dos fases de desarrollo: una, inicial, correspondiente a los siglos V y IV a.C, situada en la parte más elevada del cerro, responde a un poblado de planta central, y otra posterior, fechada en el siglo III a.C., momento de mayor apogeo del poblado, que amplió el primer núcleo de ocupación construyendo nuevas alineaciones de viviendas dispuestas en terrazas adaptadas al terreno y rodeándolas de una muralla, torreones y otras estructuras defensivas. Destaca una torre monumental de planta semicircular, junto a una balsa. Fue en el año 1903 cuando se iniciaron las excavaciones arqueológicas de este yacimiento a cargo del conocido arqueólogo calaceitano Juan Cabré.
Ver fotografía esférica del poblado íbero de San Antonio, hacer click aquí.