La subida a la ermita de San Rafael, en Ráfales, parte de la zona alta del municipio. Hay que tomar la calle que conduce al cementerio. Una vez rebasado éste, el sendero que conduce a la ermita parte por la izquierda, junto a un terraplén arcilloso.
La subida es constante y fuerte, aunque la poca distancia hace que el recorrido entrañe poca dificultad. En el primer tramo abundan antiguos terrenos de cultivo, con terrazas o bancales donde aún son visibles restos de olivo y almendro. Pronto nos adentramos en zonas de pinar, carrasca y vegetación arbustiva.
Hacia la mitad del camino encontraremos zonas llenas de grandes rocas, desprendidas quizá de la montaña, y abrigos rocosos en los que hay algún rastro de fogatas.
En el último tramo, los primeros cipreses nos anuncian la inminencia de la ermita. En este punto, a unos 100 m. a la derecha, podemos observar una balsa de piedra, excavada en la misma roca, que antiguamente servía para abastecer de agua al ermitaño. La ermita, dedicada a San Rafael, destaca por elementos característicos como una curiosa área bajo porche y columnas de antigua y recia factura. Hay muy buena vista desde la ermita.
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